Caminando, se aprende en la vida...

Ese definitivamente es uno de mis hobbies. Lo hacía en Santa Marta y con mucha más razón, acá en Bogotá, donde el clima no es tan sofocante como en mi ciudad natal. Procuro hacerlo al menos una vez a la semana, porque además de ser un excelente ejercicio, caminar me permite despejar la mente. Y es que a veces uno sale cansado de la rutina de trabajar todos los días en lo mismo, permanecer 10 horas sentado en un puesto de trabajo es demasiado extenuante y por qué no decirlo, mortal. Yo siempre manifiesto que no sufro de estrés, y eso es porque busco la forma de desestresarme. Y podría iniciar alguna afición pero dado que aún no poseo la disciplina necesaria para mantenerla, decido mejor dedicarme a caminar.

Y acá en Bogotá, la caminada es desde mi sitio de trabajo en el Centro Internacional hasta mi casa en Los Alcazares Norte, y en cuentas mal sacadas esas son más o menos 60 cuadras, y quien conoce Bogotá sabe que las cuadras en Bogotá no son cortas (al menos no la gran mayoría). Y anteriormente hacía el trayecto desde la calle 17 con 7ma. Y cuándo trabajaba por el parque de la 93 también caminaba.

Procuro variar las rutas, no siempre irme por el mismo lado, pero la ruta que no me gusta tomar es la cra 13, dado que hay mucha gente por el sector y se hace más difícil caminar a paso rápido, como suelo hacerlo y como es recomendado.

Y es que además de las razones ya mencionadas hay una razón adicional muy poderosa y es que no me gusta montarme en buses repletos. Pienso que cada quién tiene que darse su respeto y yo me lo doy no viajando apretujado.

Para hacer más fácil la caminada, quiero mudarme más cerca del trabajo, pero también hay razones que me lo impiden a menos que lo haga solo.

Como conclusión, les recomiendo que caminen de vez en cuando. Puede uno descubrir cosas chéveres.