¿Por qué no me gusta ir al médico?

domingo, diciembre 02, 2018

En estos días estoy padeciendo. Tengo un quiste en la axila izquierda desde hace muchos años, tanto que no recuerdo cuando me salió, y a eso súmenle que mi memoria para recordar ese tipo de cosas, a diferencia de los datos que podrían considerarse inútiles, no es prodigiosa. El hecho es que ese quiste se me infectó y me tocó someterme a un proceso de drenado de todo el pus que se acumuló en mi axila y tengo una pequeña herida abierta - por donde fui drenado - que me sangra en el momento.

El cirujano que hizo el procedimiento me dijo que todo esto se pudo haber prevenido si hubiese consultado al médico en el momento en que me sentí dicho quiste. Pero como dice el título de esta entrada, no me gusta ir al médico. Por lo menos, no en Colombia.

He consultado antes a médicos en las EPS por señales de alerta solo para ser descartadas sin un examen propio a pesar de que médicos en otras instancias han dicho que merecen ser analizadas. De igual forma, luego de que el quiste en mi axila empezara a dolerme y a aumentar su tamaño, decidí consultar al médico, quién para mi sorpresa me envío a realizar una ecografía, y esta me la hicieron apenas 2 días después de mi consulta. Ahí se confirma el diagnóstico donde tengo un quiste que está rodeado por un edema, y que lo más probable es que deba ser revisado por un cirujano. Por olvido no aparto la cita el día siguiente que es viernes y solo hasta el lunes hago el proceso. Me dan cita para el martes en la que la misma doctora que me mandó a hacer la ecografía, la revisa y me remite al cirujano pero sin revisarme dicho quiste directamente. Me dan la cita para el siguiente jueves, y me la doctora me dice que debería ponerme paños de agua tibia con sal de epson y otra sal cuyo nombre no alcancé a comprender a pesar que me lo repitió varias veces. Compro dichas sales y me las aplico y tienen el efecto que al día siguiente el quiste con su edema, cada vez más grande empieza a supurar, pero en pequeñas cantidades.

Cuando voy donde el cirujano, este ni siquiera quiere ver la ecografía, me revisa directamente y dice que eso es hidradenitis (los populares golondrinos) a pesar que la ecografía habla de un quiste, y que dado que está supurando me remite a urgencias de la Clínica La Milagrosa para que me lo drenen, pero en su sabiduría, me dice que no vaya de inmediato porque probablemente no me atenderán sino que es preferible que vaya temprano al día siguiente. También descarta los antibióticos que había estado tomando para mandarme otros.

Mi novia que me ha acompañado en este proceso está de acuerdo con postponer la ida hasta el día siguiente, mientras de forma casera uso una botella de agua caliente para ponermelo en mi axila, lo que provoca más supuración - la cual está acompañada de pequeños residuos de color negro que no sabemos que es.

Al día siguiente partimos con destino a urgencias de la Clínica La Milagrosa y llegamos según mis cuentas a las 8 y pico, pero según mi novia fue antes de las 8. Me reciben en el triage con la remisión y después de un rato me llama un médico de urgencias a quien debo explicarle el proceso que he pasado hasta el momento, que me han remitido porque estoy supurando y que necesito ser visto por un cirujano. Me pasan con las enfermeras, una de las cuales me saca sangre para exámenes - pues parece que iré a un quirófano - y me canaliza, proceso que en realidad me parece extenuante por tener una aguja clavada en tu mano, aunque casi siempre me toca en el brazo porque las venas suelen ocultarse. Esta vez es en mi mano, y me aplican 4 ampollas de dipirona para el dolor, el cual califico en 5 en intensidad cuando el médico me preguntó. Paso a una sala de espera donde hay más gente en mi situación de canalización: Una muchacha, probablemente un poco menor que yo, que llegó en la madrugada con dolores; un jovencito con el brazo vendado quien se cayó jugando fútbol y parece tener una fractura, y que es su segunda vez en la clínica ya que el día anterior le pusieron la venda y en este día deben determinar si lo van a operar; una señora con dolores que no está canalizada para mi sorpresa; un señor con cálculos en los riñones quien vuelve a consulta luego de su cirugía; y así van llegando más personas de las que salen.

Las salas de espera se vuelven un ambiente de camaradería entre pacientes: se preguntan lo que padecen, porque estan allí, se permite el desahogo entre cada uno de los que está y hasta uno se permite escuchar a personas chistosas que hacen el rato más ameno.

Con la sangre que me sacaron, se realizan exámenes que a mi novia le informan entregarán resultados en 2 horas aproximadamente, tiempo en el que hago una pequeña siesta en la incómoda silla y ella aprovecha para salir a comprar algo de comer (ella ventajósamente se compra una sopa mientras a mi me trae unas papas fritas, pero es que no tenía noción de la hora). A las 12 le dicen que los resultados ya están pero que el cirujano no ha llegado y que llegará a eso de las 2:00 p.m.. Para entonces la muchacha con dolores que llegó en la madrugada ya se despide, deseándonos una buena recuperación en un ambiente de camaradería inusual para el poco tiempo que pasamos en la misma sala, pero dada la intensidad de la situación se vuelve normal.

Llega más gente. Un vecino al que no reconozco y con el que nunca había hablado le pone más picante y sabor a la espera, mientras nos habla de su cirugía de cálculos renales, del cateter que deben removerle y de su imposibilidad para tener relaciones con su mujer. Le creo, porque en total tiene 8 hijos, y aún así le queda tiempo para adoptar a una niña. Llega otro muchacho con dengue, siendo el segundo en esa sala de espera. Se le ve realmente mal y los familiares hacen lo posible por conseguirle una camilla, pero pasando el Niágara en bicicleta, no es fácil. Llega una señora con una bebé enferma, y me duele verla canalizada. La espera se hace eterna y para las 4:00 p.m. no hay rastro del cirujano. Mi novia sale a averiguar y le dicen que está "en un procedimiento". Vaya uno a saber si está haciendo una cirugía a corazón abierto, rascándose el culo, o teniendo relaciones con una enfermera o una funcionaria de la clínica. Ni siquiera sé como se llama el cirujano.

El vecino sigue contando sus historias y comparte su experiencia con el otro paciente de cálculos renales mientras descubren que comparten pueblo. Hablan del pueblo con una familiaridad que me invita a conocerlo y hablan hasta de la hija que el señor de Guacamayal crió hasta los 12 años pero luego aparecieron los padres para quitársela.

Se hacen las 5:30 p.m., y para dicha hora pienso que un cirujano que haya estado en un "procedimiento de más de 2 horas" no estaría al 100% de sus fuerzas para tratarme con cuidado y respeto. Ella me dice que ya no cree que llegue, y yo le digo que para las 7:00 p.m. es probable que no nos hayan atendido. Empezamos a pensar en salir de la clínica, más cuando todos los pacientes con los que compartimos ya se han ido, excepto por el primer caso de dengue. Antes de eso, una señora de otra sala pasa y se queja de la espera, y nos dice que está cumpliendo años, en lo que aprovechamos para cantarle un happy birthday improvisado y alegrarnos un poco. Otra señora que está por ahí se sorprende de nuestra actitud, a lo que le respondo que no podemos hacer más nada que tener buena actitud.

Son las 6:40 p.m., y hasta esa hora no nos han atendido. Empiezo a averiguar con las enfermeras, qué debo hacer para que me den de alta, pero lo más estresante es estar canalizado y pegado a una bolsa de suero que acabo hace más de 4 horas. Ninguna me da razón de qué hacer, me dicen que depende del médico que me atendió, pero dado que este me atendió en la mañana, ya se ha ido hace mucho tiempo, a diferencia de nosotros. Juegan al tenis de mesa conmigo, de las enfermeras para un médico, del médico para las enfermeras, de las enfermeras para otro puesto de enfermeras, de ahí para el médico que alista todo para irse, y que finalmente me dice que lo que quiero es un retiro voluntario... ¡Eureka! ¡Al fin alguien entiende! Las enfermeras me dicen que eso nuevamente depende de un médico y el que estaba allí desapareció. Mi novia me dice que pida una revaloración, y es un nuevo proceso, un nuevo trámite. Veo llegar otro médico al consultorio donde me atendieron, no me da solución y me envía nuevamente al puesto de enfermeras que también se están yendo.

Finalmente una enfermera sale de un consultorio y me dice que la doctora de allí me va a atender, pienso yo que para la revaloración, pienso mal. Otra espera. Después de un rato decido tocar en ese consultorio, sigo, le pido que si me puede revalorar, averigua mis datos, y al escuchar mi nombre me dice con actitud displiciente que si acaso yo no era el paciente que había pedido retiro voluntario. Al parecer le enojó que no me aguantara la ineficiencia de la clínica o el poco interés del cirujano de revisarme. Al parecer debí tomarme la etiqueta de paciente en serio y tener extrema paciencia. Le pedí la remisión del cirujano y dije en voz alta que no se preocupara, que volvería cuando la fiebre me estuviese matando para ver si así sí me atendían. Supongo que no le gustó, pero esa era mi intención. Me hacen firmar el retiro voluntario donde ellos quedan exonerados de cualquier cosa que me pase, que supuestamente me advirtieron las consecuencias de abandonar la clínica, cosa que no pasó, pero lo firmo porque ya estoy muy cansado.

Salimos de allí, pensando en denunciar la clínica ante la Superintendencia de Salud y cuales ajedrecistas, cuáles serán los pasos a seguir en nuestra partida. Lo primero que se me ocurre es adelantar el proceso nuevamente ante la Clínica General del Norte, de la cual no tengo quejas, excepto que no atiendan las urgencias ellos mismos. Pedir cita con el cirujano nuevamente y que me programe una cirugía, aunque sea un proceso que tome tiempo y que quizás por el camino me toque vivir el mismo suplicio. Al llegar a mi casa, mi hermano mayor me hace ver, que tenemos un hermano que trabaja en el sector salud y que a lo mejor él conoce otro cirujano que me pueda atender. Mi hermano del cuál tengo llamadas perdidas y mensajes de whatsapp pero que no me di cuenta que se intentó comunicar conmigo por el ajetreo sumado al hecho de ser pobre y no tener datos de celular.

El me dice que hablará con un cirujano que probablemente me atenderá, pero que trabaja en el hospital Troconis. Al día siguiente a las 8:15 a.m., me dice que el cirujano me verá a eso de las 11:20 a.m.. La magia de "la palanca".

En conclusión, desde que la salud es negocio se jodió todo. No sé si en este blog o en alguno de los otros que he tenido comento mi experiencia la vez que debí ser atendido en El Salvador, el país centroamericano. Fue una experiencia del cielo a la tierra, nunca me habían atendido tan bien, y me da tristeza saber que a nivel macroeconómico, los indicadores colombianos superan con creces a los salvadoreños. Pero no todos son indicadores económicos. A veces es mejor tener indicadores humanos.

¿Ya saben por qué no me gusta ir al médico?

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